Tener un ambiente de trabajo sano entre los trabajadores de un equipo es imprescindible para cualquier empresa. Insisto y siempre insistiré en lo mismo.
No os voy a negar que la competitividad bien entendida es positiva para la buena marcha del negocio, pero cuando sobrepasamos ciertos límites la situación da un giro de 180° y el clima laboral se ve ensombrecido. ¿Los síntomas? Mala coordinación entre compañeros, se rompe el sentimiento de unidad, surgen disputas frecuentes, bandos enfrentados y desconfianza entre compañeros y entre estos y sus líderes.
Y, precisamente, la confianza –o la falta de ella– es un motivo de preocupación común entre muchas de las empresas que llegan a AlwaysPeopleFirst. Favorecerla entre compañeros está, en gran medida, en manos del jefe. Dependerá, por ejemplo, de su papel de mediador o de su capacidad para fichar sin pensar en buscar estrellas y sí en crear equipos que brillen.
Pero ¿qué pasa con la confianza hacia los jefes?
Esa cuestión, me temo, es un tanto más complicada de conseguir y dependerá de que pongas en marcha estas recomendaciones.
«Debes desear que tus trabajadores crezcan, mejoren y triunfen casi tanto como lo anhelas para ti mismo.»
¿Quieres que confíen en ti? Confía.
«Cada uno da lo que recibe» cantaba Jorge Drexler en su Todo se transforma. Muy en la línea de la ley del Karma que aboga por que «Cada uno recoge lo que siembra».
Sin ponernos excesivamente intensos con esta cuestión, os confirmo que así es, la desconfianza lleva a más desconfianza –y viceversa, claro–. Si ves a tus empleados como candidatos a despistarse, con tendencia a la improductividad y a los que debes controlar su trabajo casi con maneras policiales, lo más probable es que ellos te devuelvan tanta fe con la misma moneda. Que en su caso se traducirá en menos compromiso y empatía.
Ahora bien, si decides confiar en tu equipo, demuéstralo. No vale con decirlo y que todo siga igual
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- ¿Crees que están comprometidos con su trabajo independientemente de que estés tú delante o no?
- Normaliza la flexibilidad de horarios y la modalidad de trabajo remoto.
- ¿Crees en su potencial profesional?
- Piensa en ellos cuando haya una vacante en la empresa por delante del talento externo.
- La promoción interna es todo ventajas: es más económica y el tiempo de adaptación más rápido porque ese trabajador ya conoce la cultura, valores y procesos de la compañía. Y defiéndelos, ya sea de cara a otros departamentos o frente a mandos superiores.
- ¿Crees que son fieles? Comparte tus pensamientos, tus ideas, tus planes a corto plazo. No se trata de revelar a tus empleados todos los entresijos de la compañía, pero sí de acercarles determinadas cuestiones. Verán que tú también dudas o te equivocas.
Huye de las críticas.
No sé si también os habrá pasado, pero cuando escuchaba a un jefe hablar mal en público de otro de mis compañeros que no estaba en la sala, inevitablemente, pensaba que podía hacer lo mismo conmigo cuando yo no estuviera presente. Automáticamente esa figura dejaba de formar parte de mi círculo de confianza.
Eso mismo les puede ocurrir a tus trabajadores, y es que, ¿por qué iban a creer que tú solo criticas a ese trabajador? Tu defensa está complicada y la incomodidad que habrás creado en tu equipo será difícil de reparar.
- ¿Un trabajador genera problemas o ha hecho algo mal? Habla con él en persona, a puerta cerrada. Evitarás rumores, habladurías y mal ambiente corporativo.
- ¿Crees que, para ese caso, la crítica pública es necesaria? Conviértelo en una retroalimentación positiva. Tienes la oportunidad de que tu equipo no lo vea como algo negativo sino como un recurso para motivar al trabajador afectado y, de rebote, al resto de colaboradores.
- Habla de comportamientos, no de personas. No conseguirás que tus trabajadores confíen en ti si tus críticas se centran en calificaciones personales. Es decir, no es lo mismo llamar impuntual a alguien que señalar que alguien está llegando tarde últimamente.
Empodera.
Debes desear que tus trabajadores crezcan, mejoren y triunfen casi tanto como lo anhelas para ti mismo. Por el camino deberás animarlos a tomar riesgos, a seguir formándose –sin miedo a que puedan ser atractivos para las empresas de la competencia, que se marchen es casi ley de vida– y premiarlos por sus logros. No te conviertas en uno de esos jefes que cometen los típicos errores que hacen que los mejores trabajadores dejen su puesto.
¿Quieres que tus empleados confíen? Reconoce su trabajo, sé transparente cuando se equivoquen, ayúdales a crecer y cumple con tu parte de compromiso. Así se prepara el camino para que tengan fe en ti y tú, a la vez, puedas exigirles lo mismo.