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Claves para volver al trabajo con éxito

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En un momento u otro de nuestra vida todos podemos encontrarnos de frente con algún tipo de contingencia que provoque que no podamos ir a trabajar por un periodo más o menos largo de tiempo.
 
Esto no tiene por qué ser necesariamente por algo malo. Los parones profesionales pueden llegar por ejemplo tras un despido. Sin embargo, también puede que tu ausencia se haya debido a un periodo de baja maternal o paternal, que disfrutaras de una excedencia o que simplemente decidieras parar un tiempo para encontrar el camino más adecuado para ti. En cualquiera de estos casos, la reincorporación al puesto de trabajo no es siempre tarea sencilla.
 
 

El primer día.

 
Los primeros días siempre son una mezcla de nervios e ilusión, sin embargo, puede que en esta ocasión, en la que venimos de una pausa más larga de lo habitual, nos encontremos con otras sensaciones menos típicas como inseguridad, miedo y desconfianza en nosotros mismos.
 
¿Lo haré bien? ¿Seré capaz? ¿Me adaptaré?, son algunas de las preguntas que nos invaden en el momento de arreglarnos de nuevo frente al espejo –algo que tantas otras veces hemos hecho inconscientemente en el pasado– y que nos hacen enfocar esa vuelta al trabajo de la forma equivocada.
 
Y es que, independientemente de lo que causara la ausencia, volver al mundo laboral tiene infinitos beneficios para los profesionales. El trabajo es una fuente de motivación extrínseca y cuando se da en circunstancias óptimas, un revulsivo para nuestra autoestima. Además, son varios los expertos que apuntan que a nuestro regreso podemos llegar a ser más eficientes, productivos, creativos e, incluso, priorizamos mejor que antes. Motivos todos ellos de sobra para confiar un poco más en nuestro potencial.
 
 

Paso a paso.

 
No quieras hacerlo todo –llevarte bien con toda la oficina, conseguir captar a ese cliente imposible y marcarte un punto extra con tu nuevo jefe o jefa– la primera semana, ni si quiera el primer mes. 
Tienes tiempo para demostrar por qué estás ahí

1. Trabajar para que tu actitud hacia el trabajo sea positiva y se mantenga en el tiempo. Tu rutina va a sufrir un cambio brusco y no querrás saturarte al poco tiempo.


2. Alcanzar una autonomía laboral con la que te sientas capacitad@ para tomar decisiones y para asumir las responsabilidades de tu gestión.

3. Ser flexible y obligarse a que el retorno sea progresivo y en las mejores condiciones posibles.
 
 
 

Permítete sentir que flaqueas.

 
No quiero sonar pesimista, pero habrá algún momento en que esa vuelta al trabajo se te haga cuesta arriba, que sea más dura de lo que te habías imaginado, y no pasa nada.
En primer lugar, porque tendrás esa sensación de que ya nada es como lo dejaste. Sí, puede que tú en el pasado fueras el comercial más eficiente de la oficina o la abogada más exitosa del despacho y que en todo este tiempo sin trabajar otros hayan “conquistado” esa etiqueta. 
El tiempo pondrá las cosas en su lugar, confía en ti.
 
 

Relájate y no te rindas a la nostalgia.

 
Esa no es tu batalla y no conseguirás nada comparándote con tu yo del pasado ni con los compañeros que tienes alrededor.
En vez de centrarte sólo en competir trata de seguir formándote, de seguir creciendo, de recuperar aquello que te motivaba y, sobre todo, guárdate una parcela para ti. Haz deporte, sal a caminar, apúntate a una actividad que te guste. Todo esto te ayudará a despejarte del trabajo y otorgarle la relevancia justa que precisa. No se trata de trabajar más sino mejor.